Por Inaciu Iglesias, en El Comercio
Queremos el AVE, inversiones, fiscalidad razonable, no tener que deslocalizar nuestras cajas y no estar condenados a despedir nuestras empresas ni a nuestros hijos porque tengan que emigrar
Fotogenia frente a rigor, despilfarro versus austeridad, promesas contra realidades… Eso hace tan difícil el arte de la política
Lo más importante, en política, es ser útiles. Entre otras cosas porque lo contrario –ser unos inútiles– es lo que nunca te perdonarán. Ni tus votantes, ni tus enemigos, ni tus administrados, ni siquiera la historia te absolverá por ello. Los partidos no son otra cosa que instrumentos al servicio de un propósito; que, además, es doble y contradictorio. Por una parte están concebidos para ganar elecciones; y, por la otra, para gobernar las instituciones. Y lo que es bueno para una cosa puede resultar letal para la otra. Fotogenia frente a rigor, despilfarro versus austeridad, promesas contra realidades; eso hace tan difícil el arte de la política: que a nuestros gobernantes les pedimos que nos mientan y nos digan la verdad al mismo tiempo.
Por qué lo hacemos, entonces. Política, me refiero: pensar por nosotros mismos, emprender en lo público, atrevernos a decidir –aquí y ahora– sin pedir permiso ni perdón, ni a unos ni a otros. Lo venimos intentando muchas veces –los asturianos, digo– y sabemos lo complicado que resulta: toca enfrentarse a los bien pensantes, aguantar calumnias, injurias o indirectas, limpiar la casa, proponer, denunciar, pactar, negociar, pelear, vigilar, ceder, avanzar, teorizar, transigir… En definitiva, hay que hacer cosas, algunas muy incómodas, y todo ello por algo muy sencillo de explicar: porque queremos lo mejor para los nuestros, queremos que a todos los nuestros les vaya bien y queremos –desde el respeto– un futuro para nuestro pasado. Eso, eso es lo único que pedimos: respeto.
Queremos el AVE, inversiones, una fiscalidad razonable, la mejor financiación, no tener que deslocalizar más nuestras cajas de ahorros, no estar condenados a despedir nuestras industrias y no ver a nuestros hijos emigrar. En pocas palabras, queremos cosas prácticas, realidades, trabajo, oportunidades… Dinero.
Porque esto va de utilidades; no de romanticismos trasnochados, ni de subvenciones de tres al cuarto, ni de puestinos inventados o egos inflados. Esto va de eficacia, de cosas concretas, de mejorar nuestro nivel de vida –el de todos– sin paternalismos, ni limosnas, ni quinielas provincianas en las que cada crisis hay más ministros en el cartón y cada vez menos de ellos son asturianos. Y hasta los más escépticos saben que, en este ejercicio reivindicativo, un partido fuerte, nuestro y serio puede ser tremendamente útil. Una inmensa y no siempre silenciosa mayoría de compatriotas –aunque no lo hayan votado nunca, aunque digan que no lo van a hacer jamás– sabe que disponer de una fuerza política propia, decisiva y sólida, que sepa reclamar, gestionar y plantear bien las palabras y los hechos, puede ser tremendamente útil para corregir nuestro aislamiento, pesimismo y decadencia seculares.
Y es precisamente esa utilidad lo que les da miedo a algunos; a los más dependientes, a los más ideologizados: a los que siguen pensando que cuantas más concesiones se hagan a las periferias, más se debilita el Estado y más se afilan los cuchillos del separatismo y la insolidaridad. Y como no pueden con aquellos a los que deben sus votos para gobernar, quieren darnos una lección a nosotros, humillarnos ahora que pueden, destruirnos antes de que empecemos a entender que no les necesitamos; que no queremos más sucursalistas que no hacen nada por nosotros y lo empeñan todo en su propia carrera y en salvar sus sillones.
A más Asturias, mejor España; a más prosperidad, menos dependencia
Porque nosotros sabemos que es justo lo contrario; que la verdadera solidaridad empieza por nosotros mismos; que a más Asturies, mejor España; a más prosperidad, menos dependencia; a más limpieza, menos corrupción; y a más autogobierno, mejor gestión. Y que, por eso, hacer política propia es la mejor manera de ser útiles. A todos.
A más Asturias, mejor España; a más prosperidad, menos dependencia.