Por Enrique Álvarez Sostres, en La Nueva España
Hay años que nos marcan de manera demoledora y que suponen una inexcusable necesidad de reflexión sobre el devenir de nuestra existencia. El año bisiesto 2020 lleva camino de cumplir con el fatal perfil de ser considerado desde tiempo inmemorial cauce de las más terribles desdichas sobre la la comunidad social.
En este año y hace pocas fechas falleció un ilustre historiador D. Carlos Seco Serrano. Hace dos meses cayo sobre todos nosotros un reedicion de la peste negra de 1348 o de la epidemia de cólera o de la gripe de comienzos del s.XX ,el ya tristemente famoso COVID-19. La providencia divina haga que cese ya tanto sufrimiento y termine el año sin más catástrofes sociales y personales.
Hace breves minutos me enteré por una compañera de estudios en la siempre añorada Salamanca, del fallecimiento de D. MIGUEL ARTOLA GALLEGO, Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales 1991 y profesor desde el año 1960 al 1969 de la catedra de Historia de España de esa Universidad. Y a partir de esa fecha catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid.
No voy a glosar su extraordinaria obra investigadora e historiográfica del S.XIX ,que supuso poner las primeras piedras de la historiografía contemporánea y acercarnos al conocimiento de la España liberal , porque seguro que otros profesionales o discípulos lo harán con gran profundidad .
Pero si quiero resaltar su enormidad como profesor de Historia, capaz de hacer comprender a sus alumnos el por qué de la evolución histórica de España; de Europa; de nuestro mundo y sus diversas sociedades ;su grandiosidad para crear una escuela de historiadores; su gran capacidad formativa para trasmitir el espíritu del mérito en nuestro desarrollo personal ,aún considerando los diversos enfoques elegidos, sobre cualquier atisbo de placentera comodidad.
Tuve el privilegio de ser su alumno desde el año 1962 a 1967 y en aquel plantel extraordinario de profesores a los que rindo tributo público -D. Fernando Lázaro Carreter, D. Manuel Fernández Álvarez; D. José Ángel García de Cortázar; el recordado D. Francisco Tomas y Valiente, víctima de la barbarie de ETA; D. Ángel Cabo Alonso; D. Antonio Tovar; D. Manuel Diaz y Díez; D. Martín Sánchez Ruipérez; D. Francisco Jordá Cerdà, se encontraba con luz propia y soberbia figura, mi admirado y querido D. Miguel Artola Gallego, con el que siempre me sentí muy unido por su honradez intelectual, su cariño hacia nosotros sus discípulos, aún dentro de su imponente disciplina y rigor intelectual y pedagógico.
Nadie que haya sido su alumno, podrá decir jamás que no tiene en su espíritu , clavada para siempre, la huella que dejó como persona, como profesor y como historiador.
Aunque ya tuve muchas veces desde entonces ,ocasión de trasladarle mi gratitud eterna por su magisterio -que incluso ejerció en mi experiencia en la política activa de representación de los ciudadanos en las Cortes generales -quiero acompañarlo en este momento de tránsito a un mundo-seguro que más justo- dando testimonio de mi profundo pesar por esta circunstancia a toda su familia, a sus compañeros del mundo universitario y académico y a todos mis compañeros, sus discípulos de Salamanca, Madrid y de cualquier institución y circunstancia donde el proyectó su virtud excelsa de magisterio.