fbpx

Prepárense

por netastur

Por Inaciu Iglesias, en El Comercio

Nada nos prepara para ser propietarios. Ni de una batidora, ni de una pumarada; ni siquiera de un país. Se compran, se ganan o se heredan y son nuestros. Sí. Pero eso no significa que sepamos usarlos; vienen sin libro de instrucciones y así descubrimos que la propiedad nunca confiere capacidad. Un título legitima y otorga derechos, pero nunca enseña a gestionar, porque a gestionar se aprende: la llevanza es un oficio al que no prestamos suficiente interés. Y así nos va.

Piensen en un negocio. Un restaurante, por ejemplo. Analicen la cantidad de habilidades que se requieren para ejercer los oficios que allí se precisan: cocinero, sumelier, camarero, recepcionista… todos necesitan de una preparación, unos conocimientos; incluso una titulación más o menos específica. Todos ellos. Todos menos -insisto- el de propietario. Ese oficio -pensamos erróneamente- no es tal. Solo hay que cobrar la renta. Y a vivir. Y para eso no hace falta preparación.

Antes también creíamos que ser negociante era como un instinto, un talento; algo que se tenía o no se tenía. Pero hoy existen muchas escuelas de negocios y lo que allí se aprende–con título incluido- es apreciado y reconocido por todos. Y lo mismo pasa con los conductores, veterinarios, informáticos, fontaneros o contables: ya no basta con la habilidad innata. Hace falta formación. Para todo. Hasta para manipular alimentos, manejar carretillas o dirigir una película. Pero –insisto- algunos creen que para ser propietario, no. Ni de un negocio. Ni de una tecnología. Ni de una institución. Craso error.

En esta crisis muchos negocios tuvieron enormes dificultades para pagar la renta a los propietarios. Y los propietarios (esos que no necesitan formación ni conocimientos) tuvieron que decidir si la aplazaban, la reducían, la condonaban, la aumentaban o la mantenían igual. Y del acierto o fracaso de estas decisiones dependieron muchas cosas. Muchos negocios. Muchas vidas. Muchas familias. Por eso creo que hace falta mucha preparación para ser propietarios. Y eso nos incluye a todos. A todos nosotros. Porque todos nosotros somos propietarios de algo. De bienes materiales, de intereses comerciales, de contratos mercantiles y, sobre todo, de nosotros mismos: de nuestra alma, de nuestras decisiones y también de nuestro país. O de nuestros países.

Y retomando el ejemplo del pequeño -o gran- restaurante que decíamos antes, piensen ustedes que para todos los oficios de un pequeño -o gran- país también hace falta preparación. Mucha preparación. Policías, sanitarios, concejales, periodistas, empresarios, profesores… todos ellos necesitan preparación. Mucha preparación. Y es un error pensar que los propietarios –o los que se dicen propietarios- de un país no tienen que hacer nada: que simplemente heredan el título, o que lo ganan en unas elecciones, o que lo negocian en los reservados. Porque se volverán a equivocar y, además, por partida doble. En primer lugar, porque tanto las monarquías como las repúblicas preparan a sus llevadores desde la cuna. Y en segundo lugar -y ya no sé cómo volver a decirlo- porque los legítimos, los verdaderos y los auténticos propietarios de este pequeño y verde país nuestro somos nosotros. Todos nosotros. Usted y yo -en régimen de condominio con nuestros compatriotas- somos los únicos propietarios de nuestro país. Igual que otros lo son de todos los pequeños y grandes países del mundo mundial. Y esa es -al final- nuestra gran responsabilidad. Y para eso tenemos que prepararnos.

Así que háganme caso y dejen de pensar que los dueños, los ricos, los amos y los propietarios del mundo -y por lo tanto los culpables de todo- son siempre los otros y empiecen a asumir su responsabilidad. Y a disfrutarla.

Relacionados

FORO Asturias