Por Víctor Fernández Coalla, consultor y profesor de Historia de la Universidad del Valle (Cali, Colombia), en La Nueva España
El deseo siempre presente en el emigrante
Volver es siempre un pensamiento latente en el corazón y en la mente del emigrante. Los finisterres atlánticos, –con los que compartimos mares y culturas, que diría un buen amigo mío–, son los territorios más propicios a la nostalgia, la saudade, la morriña o a nuestra particular señardá que hace que en todo tiempo y lugar ese “dolor del alma” esté siempre presente.
Este pasado mes de mayo, el más tormentoso de las últimas décadas especialmente en Colombia, los asturianos agrupados en el chat de “Asturianos en Colombia”, profesionales jóvenes y maduros emigrados en los últimos lustros por la crisis de la burbuja bancaria y de la consiguiente expansión de nuevos mercados en las empresas, comenzamos a vislumbrar las posibilidades de regreso, de nuevos cambios si las circunstancias violentas en este sufrido y querido país andino que habitamos, se precipitaban a peor. Ya se sabe que los centros asturianos de antaño funcionan hoy bajo el tacto digital del Whatsapp e Instagram como transmisores de opinión en un mundo frenéticamente global.
Algunos de los integrantes, confesaban que cerraban el quiosco y que irían a buscar otros mundos lejanos donde emprender o situarse. Otros pensábamos que Asturias sería nuestra nueva oportunidad de volver a la aldea perdida, algunos con familias ya más crecidas. ¿Inocentes leyendas urbanas?, ¿realidad o sueños?..
Los asturianos que por el mundo andamos somos testigos de realidades y experiencias diversas, somos partícipes de una positiva contribución a la madurez y a la economía de las sociedades que nos acogen, sabemos identificar cambios y transformaciones y adoptamos formas diferentes de pensamiento sin menoscabar ni olvidar nunca la distancia y el apego con nuestra patria querida. Ramón Pérez de Ayala recordaba que «entre los asturianos en la tierrina y los asturianos en la emigración, tened por cierto que corresponde la supremacía en asturianidad, por decirlo así, a los asturianos en la emigración». Con eso queda todo dicho.
Los vientos de cambio que soplan en muchos países latinoamericanos, otrora países de recepción de nuestros paisanos, pueden ser en pleno siglo XXI una óptima oportunidad de acogida de personas jóvenes, preparadas y activas para tierras envejecidas como la nuestra, ameritan ser buenas ocasiones para gestionar el retorno del talento que se fue por motivos diversos y poco justos, deben ser motivos de agilidad y creatividad en las políticas de aplicación de los fondos de ayuda europeos que permitan atisbar un presente de acción ante claras oportunidades de activación económica, de buscar soluciones a la Asturias despoblada. Porque al final, sino se inclina la balanza, la situación puede ser mucho más grave enfocando el tercio de siglo que se avecina, donde “el cantar del regresu puede ser ya otru cantar”.