Por Inaciu Iglesias, en El Comercio
Claro que sí. Necesitamos una especie de PNV asturiano. Como el comer. O, por lo menos, eso me repiten continuamente unos y otros: que necesitamos un partido nuestro que nos defienda de verdad, que se preocupe por nosotros y nos saque de toda esta decadencia económica.
O, si no, nos hundimos.
Y no sé por qué me lo cuentan a mí; pero, bueno, ese es otro tema. El caso es que cada vez más gente me insiste en que nos hacen falta instrumentos políticos útiles para representarnos y que nos sobran políticos inútiles con sus gastos de representación. Y qué bueno sería poder disponer aquí de algo como un partido nacionalista vasco o un partido popular gallego, que mira cómo defienden lo suyo: que si lo de Alcoa, o lo del cupo, o lo del Xacobeo ¿Y lo de Coalición Canaria? pregunto yo. Porque eso no suele salir en las conversaciones: a lo mejor porque nos pilla muy lejos y desde otra franja horaria. Pero es que tampoco aparecen mucho ejemplos como los del PRC de Cantabria o la UPL de León, que están muy cerca. Y sospecho que es porque, en el fondo, los que nos gustan son los vencedores y lo que nos da pereza es el camino tan largo que hay que recorrer hasta la victoria. Siempre.
Y ahí reside parte del problema. En que lo que realmente necesitamos no es que figuren en las papeletas unas siglas políticas eficaces y victoriosas y adaptadas a nuestros intereses. Ni disponer de un Parlamento donde la retórica, la dialéctica y las buenas ideas tomen asiento. O de un ejecutivo eficaz, ágil y dialogante. O de unos jueces capaces, soberanos y valientes. O de una prensa rigurosa, honesta y transparente.
Todo eso lo necesitamos pero, para tenerlo, debemos empezar por nosotros mismos: por olvidar el todo gratis y, por ejemplo, comprar más periódicos; por pagar mejores impuestos y atrevernos a recaudarlos directamente; por cerrar empresas inviables, aunque sean muy grandes, y apoyar a las más pequeñas aunque sean muy viables (sí, sí, lo entendieron bien: muy viables), y, finalmente, por superar los prejuicios ideológicos, las frivolidades partidistas y los atajos perezosos a la hora de votar. Y es que nunca podremos disponer de políticos responsables si nosotros no lo somos. Responsables, digo. Y un poco políticos también.
Así que, queridos compatriotas: o nos ocupamos de verdad de la cosa pública y nos metemos en algunos charcos y empezamos a dar un poco la cara, o no tendremos nada que hacer. Porque para disfrutar las victorias no basta con soñarlas, o desearlas con todas nuestras fuerzas, o copiarlas. No. Los triunfos hay que merecerlos, construirlos y pelearlos. Sobre todo pelearlos. Y si no soportamos el calor, mejor no nos metemos en la cocina.
Pero si queremos algo sólido, lo que necesitamos es una base social de personas que apuesten por el sistema, que se quieran propietarios del futuro y que no esperen a que otros les resuelvan sus problemas. Necesitamos menos provincianos y más patriotas; menos colas de león y más cabezas de ratón; más gentes dialogantes y menos partidarios. En definitiva, necesitamos más cabezas pensantes y menos replicantes: más tractores y menos remolques.
Y todo eso empieza por valorarnos más a nosotros mismos; por aprender de otros sin tener que copiar a nadie, y por decidirnos a limpiar este pequeño y verde país nuestro. Solo así podremos apostar por los mejores y no por los más dóciles; solo así podremos pactar y negociar de verdad y, en definitiva, solo así podremos empezar a madurar como asturianos. Siglas aparte.