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Menudo año

por dircomunicacion

Por Inaciu Iglesias en El Comercio

¿Por qué no aprovechamos esta crisis para hacer limpieza y en vez de centrarnos en bajar el sueldo a tantos malos administradores –políticos incluidos– empezamos a contratar algunos de los buenos?

Nos va a costar olvidar este maldito 2020, por lo malo y por lo bueno que aportó

A la agobiada dueña de una mercería de poco le valdrá saber que el futuro está en la digitalización

Nos va a costar olvidar este maldito 2020. Por todo lo malo y también por lo bueno que nos aportó: por lo mucho que nos equivocamos, aprendimos y mejoramos en medio de esta tragedia. A golpe de realidad entendimos lo mucho que dependemos unos de otros, lo importante que es el buen gobierno –todos ellos– y el enorme peso que supone nuestra propia responsabilidad individual: la de todos y cada uno de nosotros.

Acaba el año del coronavirus y gracias a la ciencia –las vacunas– estamos más cerca del final. Pero la pandemia sigue y condiciona los otros muchos desafíos que nos seguirán acompañando en los tiempos por venir: la intolerancia, el reto climático, las desigualdades, la sostenibilidad o la brecha digital ocuparán nuestras mentes y nuestros recursos y los tendremos que abordar. Lo urgente y lo importante seguirán compitiendo por nuestra atención y tendremos que aprender –como nunca antes en la historia humana– a gestionar las pequeñas crisis inmediatas y los grandes desafíos estructurales; y veremos cómo unas y otras se retroalimentan y cómo, después de todo lo que vivimos y vimos morir este año, volveremos a cambiar nuestra manera de ver el mundo: porque ni la solidaridad internacional, ni la lucha de clases, ni la geopolítica, ni las relaciones de familia volverán a ser las mismas.

Y, además, lo haremos todo por barrios. Porque nada nos afecta por igual. El cierre de la actividad económica, por ejemplo, depende de los sectores y puso al descubierto muchas carencias previas. Pensemos en la economía sumergida: en toda la gente que estaba trabajando sin contrato –o con un apaño parcial– y que por eso no pudo ni acudir a un ERTE ¿Qué debemos hacer? ¿Dejarlos atrás y que aprendan la lección? ¿Echarles una mano y que sea la última vez? ¿Las dos cosas? ¿Y por qué no aprovechar esta crisis para hacer limpieza y en vez de centrarnos en bajar el sueldo a tantos malos administradores –políticos incluidos– empezamos a contratar a algunos de los buenos?

Deberíamos acostumbrarnos a hacer más previsiones; a preparar el futuro. Por pura supervivencia, porque marca la diferencia; y porque de nada vale poner puertas al campo. Necesitamos, por ejemplo, crear empleo y llevamos demasiados años –resignados viendo a nuestros (muchos) recién licenciados ingenieros emigrar, sobreexplotando a nuestros (pocos) sanitarios y descuidando a nuestros (mal preparados) empresarios. ¿Alguien sabe decirme, por cierto, en qué facultad estamos preparando a nuestros futuros empleadores? ¿Con qué recursos? ¿Es así como pensamos crear puestos de trabajo sostenibles? Y, en fin: vivimos en un sistema imperfecto y, sin embargo, en este terrible año 2020, conseguimos –contra los peores pronósticos– sacar adelante muchas cosas. Conseguimos; por ejemplo, que los supermercados no quedaran desabastecidos; creamos cadenas logísticas globales –y locales– que nos permitieron disponer de mascarillas, hidro-alcohol y muchos otros productos básicos sin tener que racionar su consumo o fijar su precio por decreto; desarrollamos vacunas en un tiempo récord; soportamos, en las redes, un aumento de videoconferencias sin colapsos ni apagones; dispusimos de periódicos, libros, películas, radio y televisión sin problemas; y –juntos– demostramos ser disciplinados, cívicos y solidarios.

Y esa es la conclusión: que, en los años por venir, tendremos que combinar mejor el corto y el largo plazo; lo urgente y lo importante; lo local y lo global. Y es que a la dueña de una mercería –agobiada por no poder trabajar– de poco le valdrá saber que el futuro está en la digitalización o que los fondos europeos vienen cargados de ceros. Somos los propietarios de nuestro destino y entender eso marcará la diferencia. Juntos podremos hacerlo.

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