Tenemos un 11% menos de poder adquisitivo que hace un año. Y nuestros gobiernos son cada vez más ricos: mucha pandemia, mucha crisis, mucha guerra y mucho de todo, pero ellos cada vez recaudan más
No es cosa mía; lo dicen los periódicos y lo pueden comprobar ustedes en cualquier supermercado: tenemos un 11% menos de poder adquisitivo que hace un año. Normal. Suben los salarios menos que la inflación y, por pura lógica, somos cada vez más pobres. En concreto, un 11 % más pobres. Nosotros. No nuestros gobiernos, que –también lo pueden comprobar– son cada vez más ricos: mucha pandemia, mucha crisis, mucha guerra y mucho de todo, pero ellos cada vez recaudan más y más y más, y vuelta a empezar.
¿Saben cuántas subidas de impuestos nos aplicaron en el Reino de España desde el año 2018? Pues veinticuatro. Ni una más ni una menos. Lo que, unido a toda esta inflación de dos dígitos provoca –en números redondos– que nuestra hacienda pública vaya a ingresar en este mismo año 2022 nada menos que treinta mil millones de euros más. Treinta mil millones que son, no hace falta que se lo diga, muchos millones.
Así que olviden todo este mercadillo de rebajas autonómicas y vayan a los datos: pregunten, comparen y saquen conclusiones ¿Saben cuántas reducciones de impuestos se van a aplicar, de verdad, en este año 2022? Cero. Ninguna. Así de rotundos son los números. Y así de cínicos son nuestros políticos: tanta alarma social, tanta sostenibilidad de lo público, tanto discurso grandilocuente, tanta tontería sostenible y al final… ¿Saben de cuánto dinero más va a disponer la administración de nuestro pequeño y verde país para el nuevo año 2023? Pues de 535 millones más. O, dicho en términos agregados: un total de transferencias, para ese ejercicio, de 3.429 millones de euros. Que, tampoco hace falta que se lo diga, son muchos millones; tantos que suponen un récord absoluto en nuestra financiación.
«¿Cuántas reducciones de impuestos se van a aplicar de verdad en este 2022? Cero»
«Con todos los respetos, hasta Portugal es ya un destino atractivo fiscalmente para nosotros»
¿Y qué van a hacer los llevadores de lo nuestro con todo ese dinero? ¿Van a saber gastarlo convenientemente? ¿Van a invertirlo estratégicamente? ¿Van a ahorrarlo prudentemente? Pues no. Nada de eso. Lo único que van a hacer los administradores de lo nuestro con todo ese dinero nuestro es nada. Nada. Se seguirán poniendo dramáticos, nos reñirán, intentarán prohibirnos tocar los distintos ingresos, pero ellos seguirán sin saber hacer ni siquiera su propio trabajo. Y tampoco esto es cosa mía; también lo dicen los periódicos: pasados ya seis meses de este mismo año 2022, el 80% de la inversión ministerial prometida a Asturies sigue sin gastar. El 80%. Y tampoco esto es ninguna novedad: ya el año pasado hubo también un ‘gran escándalo’ por lo mismo ¿Y saben cuál fue la respuesta entonces y sigue siéndolo ahora? Pues seguir jurando por Snoopy que eso no va a volver a pasar, prometer que todo se arreglará en el próximo semestre y anunciar que mañana mismo, jueves, vamos a exigir a la señora ministra de Política Territorial que todo ese presupuesto que sigue sin gastar «no solo se incremente, sino que también se ejecute».
Así de frustrante es la cosa. A estas alturas, y con todos los respetos, hasta Portugal es ya un destino fiscalmente atractivo para nosotros. Lo dice el jefe de la oposición española (el señor Feijoo), lo avalan los datos (no hay donaciones, ni sucesiones, ni patrimonio en la República vecina) y lo confirman hasta nuestros prejubilados de Unicaja (de soltera, Cajastur) que se están yendo allí a recuperar sus fondos de pensiones.
En conclusión: menos demagogia de ricos contra pobres, derechas contra izquierdas; menos alarmismo con lo del mantenimiento de los servicios públicos; más rigor contra el fraude real y mucha más eficacia en el gasto. Que no es tan difícil.