Por José María Urbano, en El Comercio
Cuando estalla una guerra las gentes se dicen: ‘Esto no puede durar, es demasiado estúpido’. Y sin duda una guerra es evidentemente estúpida, pero eso no impide que dure». (Albert Camus, ‘La Peste’).
«Retos para 2019. Tres grandes asuntos afectan a la competitividad presente y futura de las plantas de ArcelorMittal en España, respecto a los cuales la dirección de la compañía viene defendiendo los intereses de nuestra empresa ante las instituciones europeas y el Gobierno de España:
1. La nueva normativa de derechos de asignación de derechos de emisión de CO2 (ETS por sus siglas en inglés). 2. Las medidas de defensa comercial frente a las importaciones desleales. 3. El precio de la energía eléctrica».
(Informe de Sostenibilidad de ArcelorMittal en España de 2018).
Año 2017, Lakshmi Mittal, presidente y CEO de ArcelorMittal, líder mundial de la siderurgia, se reúne con los presidentes de los gobiernos y estados europeos –no lo consiguió con Mariano Rajoy– para alertar de la crisis de la industria europea si no se ponía remedio a una serie de cuestiones que estaban poniendo en riesgo su competitividad y su futuro.
Enero de 2019, Lakshmi Mittal y su hijo Aditya se reúnen en el Foro de Davos, en Ginebra (Suiza), con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, quien se compromete a avanzar en los «tres problemas»: coste de la energía, costes indirectos del CO2 y ajuste en frontera a los productos de países extracomunitarios.
Octubre de 2019. ArcelorMittal habla de «emergencia total» y anuncia recortes de producción en todas las instalaciones de Asturias, tras insistir y comprobar que ni una sola de las advertencias y demandas de los últimos años había sido atendida.
Viernes, 4 de octubre, Oviedo. El presidente en funciones, Pedro Sánchez, dice en un mitin de precampaña electoral que «todos tranquilos» porque está asegurada una transición industrial «con justicia» para Asturias. No ofrece ni un solo dato. De la situación de Vesuvius –una deslocalización de libro por puro interés económico– se limita a señalar que «estoy en ello».
En la nueva reunión que al parecer va a mantener Lakshmi Mittal con Pedro Sánchez, se constatará que las promesas de Davos se quedaron en eso, en promesas. Y además:
1. El precio de la energía seguirá siendo el mismo. Entre los años 2017 y 2018, el precio eléctrico final pagado por la industria española fue de 20 a 25 euros/MWh más caro que el de sus competidores franceses y alemanes, respectivamente, lo que significa un 50 % mayor. Respecto al pago por interrumpibilidad que se venía pagando a las empresas electrointensivas es cada vez menor. En dos años la potencia a subastar se ha reducido un 20 % y la retribución se ha recortado más del 60%. Todo ello para obedecer las directrices del Ministerio de Transición Ecológica, conocido ya en el ambiente empresarial como el ‘ministerio talibán’, que confronta incluso abiertamente con los esfuerzos, al menos de comprensión, del Ministerio de Industria. A la vez, el estatuto de las electrointensivas sigue sin aprobarse «porque el Gobierno está en funciones». A estas alturas más de uno se pregunta si ante la «situación de emergencia» de la industria en España –en Galicia hay un polvorín a punto de estallar– el Ejecutivo de un país no puede buscar un «resquicio» para aprobar ese estatuto. Por ejemplo, el mismo «resquicio» que acaba de encontrar el Gobierno para anunciar en un mitin que Hacienda abonará antes del 10-N los 4.500 millones de euros que se adeuda a las comunidades autónomas por las entregas a cuenta de la recaudación del IRPF. Hace dos meses era imposible, aunque todos sabíamos lo que iba a suceder en campaña electoral.
2. En Davos Pedro Sánchez habló de una cantidad de hasta 200 millones de euros para compensar los costes indirectos de los derechos de emisión del CO2. El dinero no ha llegado a las empresas. Mientras tanto, el encarecimiento del precio del CO2 (cuyo valor se ha triplicado en el último año y se ha encarecido más del 222 % desde 2012) está impactando en el precio del mercado eléctrico. Para evitar este impacto por CO2 indirecto, países como Alemania, Francia e Inglaterra han implementado desde hace varios años los mecanismos de compensación máxima habilitados por la UE. En España de momento ha habido más promesas.
3. Definitivamente la Unión Europea se ha convertido en un coladero de acero proveniente de terceros países en un momento en el que la demanda ha caído de forma espectacular. A Turquía se la conoce ya como la «nueva China» y ahora se ha convertido en la gran amenaza por la posibilidad de que aproveche un ‘Brexit’ duro para hacerse con las riendas de British Steel y comience a vender desde Inglaterra sin pasar por el peaje medioambiental que se exige a la industria de la Unión Europea. Y mientras no se exija y se apruebe ese ajuste en frontera a ese acero extracomunitario, que de momento solo se ha quedado en palabras, el problema se irá agravando.
Hay que volver a Camus: «Esto no puede durar, es demasiado estúpido». El problema es que ArcelorMittal ha dicho que ya no puede más y que de momento paraliza instalaciones. Ojo al día que anuncie que «cierra» instalaciones. De momento, las únicas respuestas no han pasado de promesas incumplidas.
Un Gobierno que no ha sido capaz de articular una sola medida en positivo para la ayuda a la industria española y a empresas de la envergadura de ArcelorMittal, poca capacidad de diálogo va a tener con los responsables de esa compañía para exigirles a su vez que hablen claro sobre el futuro, de forma que los dos protagonistas, en este caso el Gobierno español y ArcelorMittal, procedan a «reordenar el caos» que se ha producido en la opinión pública ante los anuncios de los últimos días.
En cualquier caso, que nadie olvide que con ArcelorMittal estamos ante la mayor empresa de Asturias, la que más proyectos de inversión tiene en sus instalaciones y la auténtica locomotora del I+D+i de esta región, clave para el empleo y la economía del futuro en el Principado. Cuando se habla de talento, se debería mirar a los 300 técnicos de los dos centros de Avilés; o a ese objetivo de llegar a los mil a través de ‘startups’ que aprovechen el trabajo que se esta realizando, por ejemplo con el lanzamiento de 37 nuevos productos para automoción, 18 programas de desarrollo de nuevos productos y la puesta en el mercado de la tercera generación de aceros avanzados de alta resistencia.
Por no hablar de la captación de proyectos a nivel mundial. Se supone que el consejero de Ciencia, Innovación y Universidad, lo mismo que el de Industria, no tardarán en visitar oficialmente Avilés casi tres meses después de su toma de posesión para comprobar todo esto y más in situ y de forma personal.
Las buenas palabras no sirven de nada si no van acompañadas de mejores hechos. Y de momento nada sabemos de los segundos.