Por Francisco Álvarez-Cascos, en El Comercio
La portada de EL COMERCIO del sábado, 28 de septiembre, ‘ARCELOR, en emergencia total’ pasará a la historia del periodismo asturiano como la noticia que aniquiló de un plumazo el mantra de ‘La mejor Asturias’. Tres días después comenzaron las desdichas: paran todas las líneas de acabado y 550 trabajadores, a casa. Otra tragedia familiar y social. La durísima realidad se impone a la propaganda. Realmente, la gran mentira del mantra la desenmascararon de facto quienes lanzaron hace un año un torpedo letal a la línea de flotación del buque insignia de la siderurgia asturiana provocando su colapso económico e industrial: los autores del Plan de Transición Ecológica del que presumen su padre y sus madres en el gobierno socialista, cuyas funestas consecuencias ya las sufrimos los españoles.
A fuer de justos, la crisis de ARCELOR viene de lejos, iniciada por la escalada de costes en las industrias electro intensivas nacionales, derivada de una funesta política energética del gobierno de España. Viene de aquellos tiempos del inolvidable tarifazo del gobierno de Zapatero que colocó a España a la cabeza de los precios de la electricidad en Europa. Viene también de aquellos tiempos de la elevación de precios por peajes, impuestos y subastas establecidos en la Ley del Sector Eléctrico de 2013 del gobierno de Rajoy, cuyo sistema no corrigió sino que condenó a la industria española a la peligrosa situación de competir en desigualdad de condiciones. Y viene finalmente de la irresponsable demagogia ecologista de Pedro Sánchez que apuntilla el empleo y el progreso industrial, sostenible y viable. Todo ello en un marco europeo e internacional cada día más desfavorable para la competencia de ARCELOR en igualdad de condiciones, debido a los incrementos de costes indirectos por las emisiones de CO2 y al escandaloso dumping comercial del acero de Turquía o de China, sin que los gobiernos europeos, entre ellos el de España, hayan movido un dedo para aprobar un arancel compensatorio, tras el arancel restrictivo de EE.UU que acentuó los desvíos hacia el mercado europeo de las exportaciones de terceros países.
Todas estas penalizaciones derivadas de la negativa política nacional y del adverso entorno internacional las ha ido superando ARCELOR gracias al esfuerzo de sus directivos -varios de ellos asturianos y españoles- que apostaron siempre por la consolidación de las grandes plantas asturianas, como lo demuestran los dos importantes Centros de I+D que crecieron a su alrededor en Avilés. Y, sobre todo, gracias al esfuerzo de sus trabajadores que han asumido sobre sus nóminas y plantillas los sacrificios necesarios para asegurar la competitividad de las producciones de las plantas asturianas. Que nadie lo olvide, antes de pedirles nuevos sacrificios.
ARCELOR siempre avisó puntualmente de lo que estaba sucediendo para que los sucesivos gobiernos pusieran remedio a una situación cada día más insostenible. Ni el menor caso. Los ejemplos son interminables. Basta acudir el último año a la hemeroteca de EL COMERCIO. El 27 de diciembre encontramos la noticia de la regulación de empleo de 1.624 trabajadores; el 26 de enero, el anuncio de la parada de un horno alto; el 8 de febrero, las consecuencias negativas del precio de la electricidad y los costes del CO2; el 6 de abril, la inquietud de la dirección sobre el futuro de plantas asturianas; el 6 de mayo, un recorte de producción de 700.000 Tm.; el 24 de mayo, la prolongación de la parada del horno alto ‘B’; el 4 de agosto, la noticia del apagado indefinido del horno alto ‘B’, acompañado de un recorte de producción adicional a los 700.000 Tm. ya previstos. Y alrededor de esta realidad retratada en EL COMERCIO, los asturianos seguíamos confiados en la publicidad electoral del mantra victorioso de ‘la mejor Asturias’.
No recuerdo desde 2012 una sola iniciativa seria del Gobierno del Principado para liderar y reclamar soluciones a los problemas que se agravaban a pasos agigantados, en un espectáculo pasmoso de indiferencia irresponsable. Ahora, tras la declaración de ARCELOR de ‘emergencia total’, a algunos les sonó el despertador de las preocupaciones, pero es necesario recordar que estábamos todos avisados; y advertidos por quienes no nos dedicábamos a hacer el avestruz sino a hacer ‘catastrofismo’, como pregonaban los epígonos de Don Tancredo y sus terminales mediáticas. El momento de las preocupaciones ya pasó. Ahora es el momento decisivo de las acciones, de los resultados concretos de ‘hacer’, como reza el diccionario de la RAE. Es la hora de ver al Presidente del Principado al frente de los 45 diputados de la JGPA respaldando el esfuerzo de ARCELOR y de sus trabajadores en una encrucijada decisiva. Y respaldando el esfuerzo de DURO FELGUERA, de ALCOA, o de VESUVIUS, víctimas de problemas similares. Es la hora de ver al Presidente del Principado al frente de los 45 diputados de la JGPA planteando exigencias de responsabilidad y acciones de respuesta inmediata al Gobierno de España con medidas concretas en todos aquellos campos de la política industrial cuyos resortes maneja la Administración Pública. Es la hora de ver a las alcaldesas de Gijón y Avilés, flanqueando al presidente del Principado, al frente de sus respectivas Corporaciones, en apoyo de la exigencia de acciones inmediatas en favor de la industria española, de la asturiana y de ARCELOR. Tras el ejemplo de los gobiernos de las instituciones, y dejando al lado por unos momentos la confrontación electoral, será más sencilla la recuperación de la confianza política de los ciudadanos y convocarlos a participar en el ejercicio cívico de exigir soluciones concretas a quienes no han hecho otra cosa en los últimos años que dañar a la industria asturiana, destruyendo empleo.
La portada de EL COMERCIO del pasado 15 de septiembre nos ofreció este titular: ‘La industria asturiana pierde 5.000 empleos en un año de incertidumbre y sucesivas crisis’. ¿Es que los asturianos no nos vamos a mover? ¿Seguirá todo igual en Asturias después del 10-N? Si es así, la subida del nivel del mar que pronostica la ONU inundará en 2100 un desierto en Asturias.