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Los olvidados

por Carmen Moriyón
3 min read

Artículo publicado en «El Comercio»

La gravísima crisis en la que nos ha sumido el golpe del coronavirus tiene muchas caras. Las primeras son las de aquellos que han perdido a un ser querido en unas durísimas circunstancias, o las de aquellos que están luchando contra el virus en su propio cuerpo. Pero también están sufriendo el virus decenas de miles de personas que han visto cómo les afectaba un ERTE, o cómo su empresa tenía que cesar su actividad. Y lo está sufriendo, muy particularmente, un sector de nuestro tejido productivo: los autónomos.

Con el pago de la cuota de autónomos del pasado día 31 se produjo una grave injusticia para con un colectivo al que debemos buena parte de la recuperación económica tras la Gran Recesión de 2008. Estábamos saliendo de ese invierno tan duro, entre otras cosas, gracias a miles de personas que supieron reciclarse y emprender su propio proyecto, a muchos jóvenes profesionales que decidieron apostar por sí mismos, a muchas mujeres que rompieron techos de cristal y establecieron sus propias metas. A muchos hosteleros, que tiran de nuestro sector más potente, el turismo. A muchos creadores, que garantizan la subsistencia de nuestra cultura. A muchos ingenieros y científicos que aportaron ese granito de innovación que logra actualizar un proyecto al siglo XXI. Gracias al impulso de todos ellos, de su producción, de sus contrataciones, de su consumo, salimos de una crisis brutal. No podemos permitir que ahora paguen la factura más elevada de esta emergencia.

Los autónomos necesitan de un apoyo muchísimo más decidido por parte de las Administraciones públicas, como venimos reclamando en FORO Asturias desde antes de que se declarara el estado de alarma. El cese de actividad de la inmensa mayoría de sus negocios tiene que venir correspondido no sólo de financiación para pagar las pérdidas, sino también de amplias exenciones fiscales que gravan una actividad que no pueden realizar. Las facturas siguen llegando –esperemos que no lleguen más del Gobierno de España–, los alquileres siguen generando una renta que pagar, y los autónomos de este país deben tener detrás el firme apoyo de unas Administraciones que a menudo no los tienen en cuenta, salvo para recaudar unos impuestos que no siempre son los más progresivos. Esta crisis tiene que cambiar esa dinámica. También los poderes públicos deben ser más claros en la información que se pone a su disposición, y facilitar que las medidas adoptadas no se conviertan en un laberinto en el que perderse, y en el que también se pueda perder la ayuda si no se concede de forma ágil y rápida; otras Comunidades Autónomas ya han tomado medidas en ese sentido.

Debemos ser contundentes en la defensa de nuestros autónomos en este momento crítico. Tanto las circunstancias como la justicia lo requieren. Sin olvidar a los trabajadores y sus garantías, a los servidores públicos o a los que más desprotegidos han quedado en esta situación tan dramática. En general, sin olvidar a nadie, pero desde luego no a los de siempre.

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