Por Pedro Leal, en El Comercio
El pasado mes de febrero se celebró en Santiago de Compostela una cacareada cumbre ferroviaria del Noroeste español a la que acudieron numerosas representaciones políticas y empresariales de Asturias, Galicia y Castilla y León para reclamar no sé cuántas cosas al Ministerio de Fomento. Parecía que algunos se daban cuenta entonces de que el Noroeste se está convirtiendo en el gran territorio ferroviario más marginado de España. No hace falta estudiar mucho. Basta echar una ojeada a los planos de las líneas de alta velocidad en España para comprobar que en el Levante español sucede todo lo contrario. Allí las ciudades de Gerona, Barcelona, Tarragona, Castellón, Valencia, Alicante, Murcia, Granada, Málaga y Sevilla ya tienen Línea de Alta Velocidad radial con Madrid, y reclaman sin cesar la segunda Línea llamada Corredor del Mediterráneo desde Algeciras hasta Port Bou. Por el contrario, en el Cantábrico, las ciudades de Vigo, La Coruña, Santiago, Lugo, Gijón, Avilés y Oviedo no tienen ni la primera línea de Alta Velocidad radial con Madrid en ancho estándar europeo (o UIC), que es la primera exigencia que tendría que atender el Ministerio de Fomento para hacer realidad el Corredor del Noroeste que vertebre España, y no la desvertebre aún más. Pero en Santiago de Compostela a nuestros representantes se les olvidó este “pequeño” detalle. Después vinieron las elecciones generales de abril y las autonómicas de mayo que podrían haber servido para demostrar a los asturianos que iban a cambiar las cosas, pero todo siguió igual.
Igual, no; peor. Lean esta noticia que publicó el pasado 1 de agosto, el diario EL PAÍS, titulada “ADIF implanta el ancho europeo en el tramo Castellón-Vandellós del Corredor Mediterráneo. La obra permitirá conectar los puertos valencianos con el resto del mercado europeo”. Su texto no tiene desperdicio. “ADIF ha aprobado el cambio de ancho de vía de ibérico a internacional en un tramo de 157 kilómetros, entre Castellón y Vandellós, del Corredor Mediterráneo, por valor de 81,8 M€. El comisionado de Fomento para esta infraestructura, Josep Boira, ha descrito la licitación de hito histórico que el cambio de ancho permitirá la circulación de trenes de 750 m., según los parámetros de interoperabilidad europeos. Las vías serán de uso mixto, circularán trenes de pasajeros y mercancías ‘siguiendo el modelo alemán’, que ‘permitirá conectar los puertos valencianos con el resto del mercado europeo’. …… Según el comisionado, ‘el Corredor Mediterráneo toca la puerta de Valencia con esta decisión’. La vía de uso mixto (pasajeros y mercancías) es rentable socialmente porque es más aprovechable en relación a la alta velocidad y será capaz de absorber las demandas crecientes de tráfico sin llegar a la saturación, ha señalado Boira, que se ha mostrado partidario de un régimen transitorio de ayudas a las empresas logísticas para adaptar su material rodante al ancho internacional”. Es claro que en Levante, el gobierno sanchista atiende las reivindicaciones empresariales y cambia el ancho de vía para integrar ferroviariamente el Corredor del Mediterráneo en Europa, y en Asturias también se cambia, pero al revés, haciéndonos una peineta para sacarnos de Europa.
Estas mezquinas discriminaciones de ADIF, brazo ejecutor del gobierno sanchista, desvertebran ferroviariamente España, mientras en Asturias se aplauden o se guarda un silencio cómplice ante la evidencia de que seguiremos excluidos del progreso y la competitividad, sin alta velocidad como la del resto de España para los viajeros, y con nuestros puertos desconectados del ancho estándar que atraería tráficos de mercancías procedentes de Europa. No es un hecho nuevo. La historia de la Variante ferroviaria de Pajares comenzó en 1993 con una iniciativa de la JGPA convertida en la Ley 47/97 que declaró prioritaria la Variante de Pajares para su inclusión en el PDI 1993-2001, a pesar de que los socialistas votaron hasta seis veces oponiéndose a su inclusión en la planificación ferroviaria española y a su urgente construcción. La postura reaccionaria socialista tiene mucho que ver con la cultura del aislamiento inserta en los genes de RENFE, enrocada en la defensa del ancho ibérico para proteger su ruinoso monopolio, especialmente tras el ingreso de España en la UE en 1986 y la aprobación de las sucesivas Directivas ferroviarias europeas a partir de 2001.
Las operaciones de sustracción a Asturias de la línea de alta velocidad que el gobierno de José María Aznar, con Álvarez-Cascos como ministro de Fomento, había planificado en el PIT 2000-2010, proyectado y comenzado a construir en 2004, se iniciaron en 2009 con el gobierno socialista de Zapatero y la complicidad de sus colegas asturianos, que mutilaron la línea y la detuvieron en León para que no continuara hacia Asturias. La memoria histórica nos recuerda la inauguración a bombo y platillo por el ministro Blanco de la nueva estación del AVE en León en 2011, construida en fondo de saco y con intercambiador de ancho para que siguieran circulando hacia Asturias los trenes con el decimonónico ancho RENFE.
Solo el sectarismo socialista, enemigo histórico de la Variante de Pajares y de la alta velocidad para Asturias, explica esta aberrante situación, que se repite por segunda vez con el gobierno sanchista, para sustraer a Asturias la alta velocidad que había repuesto el gobierno de Rajoy, sin que existan razones técnicas ni económicas que justifiquen convertir a Asturias en un gueto ferroviario insólito en Europa. El contraste entre lo que hace hoy el ADIF sanchista en el Corredor del Mediterráneo -cambiando sus vías de ancho RENFE por las de ancho europeo- y lo que hace en la Variante de Pajares -justo lo contrario- lo explica todo. Por eso, no nos queda más remedio que volver a presentar iniciativas para reclamar que Asturias se vertebre ferroviariamente en España y Europa con unas infraestructuras del siglo XXI, como sucede en el Corredor del Mediterráneo o en el del País Vasco. No queremos seguir en el limbo; queremos estar en Europa.