Se anuncia cambio en la Consejería de Educación. Todos en teoría ansiosos. En condiciones normales, todos los trabajadores tendrían dudas de qué pasará, de cuál será la nueva línea de trabajo, de si nos mejorará la vida y nos facilitará el trabajo.
Todos no: en la Asturias del año 2021, nadie dudaba de que el cambio en la Consejería de Educación iba a ser para mejor. La labor de la consejera de Educación saliente fue para toda la comunidad educativa (docentes, familias y alumnado) más dura que la propia pandemia, con permanentes desprecios y faltas de respeto; abocándonos a conocer los nuevos protocolos y las decisiones relacionadas con nuestra labor a través de los periódicos y de las redes sociales.
Por todo ello, la noticia del cese de la consejera de Educación provocó fuertes vientos de ilusión producidos por miles de profesores respirando aliviados. Ojos al cielo cual santos conocidos por su paciencia.
Los docentes merecemos alguien que nos tenga en cuenta, alguien que nos respete, alguien que se preocupe de verdad por el sistema educativo del Principado de Asturias. No nos merecemos enterarnos por el telediario, por las redes sociales o a través de notas de prensa de las condiciones de nuestra vida, seguridad y trabajo. No nos merecemos que las mascarillas que nos suministra el gobierno asturiano no nos protejan; a nosotros, que hemos estado en primera línea expuestos ante el virus. Merecemos un sistema de gestión y un parque informático que funcione, útil y actualizado y no un “Sauce” que nos hace llorar. Requerimos que la adjudicación de sustituciones y bajas sea ágil y efectiva.
Necesitamos más personal docente y no docente en los centros. Queremos que se dignifique nuestra labor. Rechazamos rotundamente la semipresencialidad u otros inventos raros, porque lo que queremos los docentes es que los alumnos estén, estén cómodos y en condiciones de seguridad, no hacinados, en edificios que se caen o en barracones. Que sea ágil y efectiva la adjudicación de sustituciones y bajas.
Esperemos que la nueva consejera, Lydia Espina, tenga en cuenta, aunque sea mínimamente, el criterio y las opiniones de la comunidad educativa.
Señora consejera, lo tiene fácil. Peor que las anteriores consejeras, Ana González y Carmen Suárez, es imposible hacerlo. Deje de derrochar dinero en bobadas y destine recursos a invertir en personal, en infraestructuras, en mantenimientos, en mejorar la gestión. Promocionar el talento, que es ya de lo poco que nos queda en esta pobre Asturias.
Ya ve que no hablo de política, porque no tenemos nada en común, pero todos podemos ponernos de acuerdo si se centra en gestionar y en respetar.
Esperemos que este nombramiento sea más que un simple cambio de cromos, porque de responsables funestas, despóticas, nocivas y sectarias ya venimos bien servidos. Deseo de todo corazón a la nueva consejera de Educación que tenga mucha suerte y acierto, porque Asturias se lo merece.