Por Inaciu Iglesias, en El Comercio
Europa nos está pidiendo algunas reformas y nosotros debemos abordarlas, o, en su defecto, proponer alternativas. ¿Y saben lo que estamos haciendo? Lo de siempre, es decir, nada. O, para ser más precisos, disimular, discursear y no reformar
Europa exige pensiones sostenibles, subir cotizaciones, cambiar las edades
Europa pide un mercado de trabajo más eficaz, menos paro estructural, reinserción laboral
Tenemos tres crisis que combatir y superar: la sanitaria, la económica y la política. O, si lo prefieren: salud, dinero y reformas. Correcto. La primera es la sanitaria, lo sabemos bien: más de dos millones y medio de muertos, en el mundo, mil ochocientos en Asturies, setenta mil en España y ochocientos cincuenta mil en Europa. Una barbaridad; y esto es solo el primer año. Y, con todo lo que aprendimos, seguimos pivotando la solución sobre tres ejes: vacunas, verano y confinamiento. Esa es la sencilla ecuación: a más casa, menos casos. Una dicotomía, con su permiso, demasiado simplista y de la que quedan fuera muchas cosas: uno, las apuestas de Suecia o de la India –unos en teoría y otros con hechos consumados– por la inmunidad de rebaño; y otro, el descaro chino de vendernos haber superado ya, con éxito, la pandemia. Lo siento, pero no me fío de estos, ni entiendo lo de aquellos.
Sea como fuere, el siguiente reto que tendremos que superar será el económico. La depresión sigue yendo por barrios y –con tanto dinero inyectado– lo que se nos viene encima es una burbuja. Que no pasa nada, que algunas burbujas están bien; pero que nadie se olvide de que estamos creando exactamente eso: una burbuja. Sobre todo, lo digo por los muchos –y falsos– enemigos del capitalismo y del intervencionismo. Ya lo verán.
Y así desembocaremos en la cosa política. Verán: para encarrilar todo esto, Europa nos está pidiendo algunas reformas y nosotros debemos abordarlas o, en su defecto, proponer alternativas. ¿Y saben lo que estamos haciendo? Pues, en pocas palabras, lo de siempre, es decir, nada. O, para ser más precisos, disimular, discursear y no reformar.
No invento nada. El Consejo de Estado emitió –hace poco más de un mes– un informe advirtiendo sobre la preocupante falta de mecanismos de control en el decreto de fondos europeos, sobre todo en contratación administrativa, convenios o subvenciones. ¿Y saben qué hizo el Gobierno español, responsable de ese decreto? Pues tres cosas: ocultar el informe, elevar la exigencia de transparencia para todo el mundo y no implantar estos mecanismos de control propuestos. Lo ya dicho, disimular, discursear y no reformar.
Europa nos exige reformar las pensiones: hacerlas sostenibles, aumentar las cotizaciones y modificar las edades. ¿Y qué hacen los ejemplares administradores de lo nuestro? Pues nada. No se les vaya a desestabilizar el sillón. Europa nos pide también reformar el mercado de trabajo: hacerlo más eficaz, reducir el paro estructural, evitar la precariedad y facilitar la reinserción laboral y no la prolongación de subsidios, que nadie quiere. Porque –insisto– nadie quiere vivir subsidiado. Los trabajadores están desempleados porque no encuentran dónde trabajar, porque no pueden trabajar, no porque no quieran o no sepan hacerlo. Y sé muy bien de lo que hablo. Y empeñarse en lo contrario es hacer demagogia, y más ahora que debemos tomar decisiones valientes y evitar la excusas para no hacerlo. Y por todo esto eso me escandaliza tanto que frente a estas reformas difíciles, valientes y necesarias, propuestas por nuestra Unión, los administradores de nuestro reino ‘contraataquen’ con un plan de 170 ‘contrapropuestas’, todas ellas de corto alcance. Porque así no vamos a ninguna parte. Nuestros políticos nos discursean con la transparencia, la ejemplaridad y la solidaridad y no hacen sus deberes. Nos esconden la información y así siguen sin controlar su propia gestión, ni asumir sus responsabilidades. Evitan acometer las reformas y pretenden recibir y repartir los fondos de reconstrucción. Y no: eso no va a ser posible, porque es imposible sorber y soplar al mismo tiempo.