Por Antonio Maqueda, en El País
La economía española sigue aguantando en medio de la ralentización europea. Sin embargo, también acusa la incertidumbre global y crece cada vez a un menor ritmo. Según la estimación adelantada del INE publicada este miércoles, entre abril y junio el Producto Interior Bruto creció un 0,5% trimestral y un 2,3% interanual. Se trata de una clara desaceleración respecto al 0,7% y el 2,4% registrados entre enero y marzo, cuando sorprendió el vigor de los datos nacionales frente a los de la zona euro.
Según se dio a conocer el martes, la economía francesa solo avanzó un 0,2%. Y este miércoles se han comunicado las cifras de crecimiento de la eurozona, que también se sitúan en un 0,2%. Es decir, la actividad en España todavía aumenta más del doble que en la zona euro. No obstante, si se tienen en cuenta todas las décimas, el crecimiento interanual de la economía española se coloca en el 2,25%, el menor desde el cuarto trimestre de 2014. Estos números son todavía preliminares, a la espera de que el INE los actualice el 30 de septiembre.
En cualquier caso, el frenazo en España ya se preveía desde hace algún tiempo. Y estos datos vienen precedidos de unas estadísticas trimestrales que perdieron bastante fuelle y que anuncian una cierta ralentización: por un lado, cede empuje el consumo minorista. Por otro, según la Encuesta de Población Activa, el empleo también se debilita. De acuerdo con los datos de contabilidad nacional, una vez restados los efectos propios de la estación del año, únicamente creció un 0,4% entre abril y junio frente al 0,7% anotado en el trimestre anterior.
Es más, según apunta el economista José Carlos Díez, ya se están creando casi la mitad de puestos de trabajo que hace un año: si en 2018 se ganaron 152.000 asalariados a tiempo completo en el segundo trimestre, este año han sido 86.000. El comportamiento del mercado laboral explica buena parte de la pérdida de fuerza del PIB.
«Destaca el debilitamiento de la inversión, que puede estar empezando a resentirse por las incertidumbres internacionales, la fragilidad de la economía europea o la crisis del sector del automóvil», explica María Jesús Fernández, analista de Funcas. En el trimestre cayó un 0,2% y en términos interanuales ya solo aumenta un 1,2%, muy por debajo de las tasas del 4% o 5% que se daban en los trimestres precedentes. Mientras que la inversión en vivienda crece un 1,3% trimestral, la de maquinaria y bienes de equipo se desploma un 2,5% trimestral. La inversión suele además considerarse un indicador adelantado de lo que va a suceder en un futuro inmediato con la economía.
El consumo de los hogares también pierde empuje y suma un 0,3% trimestral y un 1,7% interanual. Como el empleo también crece menos, el gasto de las familias lo acabará notando incluso si suben los salarios —un 1,8% interanual según el INE—. Sobre todo porque el impacto en el consumo es mucho mayor cuando se crea empleo que cuando se elevan los sueldos, según ha explicado siempre el Banco de España.
Hasta el momento los analistas nacionales venían avisando de que el consumo crecía por encima de lo que lo hacían las rentas, lo que se traducía en un ahorro en mínimos históricos. Y alertaban de que en algún momento el consumo tendría que moderarse para recomponer el ahorro. De momento, evoluciona a ritmos similares a los de sus rentas una vez restada la inflación. Y el ahorro probablemente apenas haya mejorado. Todo apunta a que este ciclo virtuoso de mayor empleo que tira a su vez del consumo y de la economía está poco a poco agotándose.
«Estos números han sorprendido a la mayoría de organismos internacionales, que estaban haciendo revisiones al alza. Aun siendo positiva, la tendencia evidencia una cierta desaceleración compatible con un crecimiento más próximo al 2% que al 2,3% que contemplaban la Comisión Europea y el FMI», señala Gregorio Izquierdo, director general del Instituto de Estudios Económicos.
«La contribución de la demanda nacional al crecimiento interanual del PIB es de 1,6 puntos, seis décimas inferior a la del primer trimestre. Por su parte, la demanda externa presenta una aportación de 0,7 puntos, cinco décimas superior a la del trimestre pasado», dice la nota del INE.
Al moderarse el consumo, las importaciones también lo hacen. Y en ello influye en parte el peor comportamiento de la industria del automóvil, que suele tirar mucho de las compras de piezas de fuera para poder ensamblarlas en España. De hecho, la industria manufacturera retrocede un 0,6% trimestral. Es decir, cae otra vez tras la recuperación experimentada en el trimestre anterior. En cambio, a pesar del estancamiento del comercio global, las exportaciones españolas mejoran después de 12 meses muy débiles. Y esa combinación de menores avances de las importaciones y unas exportaciones mayores explica el impulso del sector exterior.
Por sectores de actividad, frente al enfriamiento generalizado solo resisten con incrementos robustos anuales la construcción, los servicios profesionales y las actividades financieras. Y llama la atención el estancamiento vivido en el trimestre en la rúbrica de comercio, transporte y hostelería.