El Gobierno de Barbón pierde el relato
Le pesará mucho al presidente del Principado, una persona completamente obsesionada con el relato desde hace años. Un presidente que se empeña en rodearse de artículos varios que rezan “Presidente”, como si nos fuéramos a olvidar de que lo es, o peor, como si permanentemente tuviera la necesidad de recordarnos que lo sigue siendo.
La batalla del relato está perdida fundamentalmente porque los estrategas de la Federación Socialista Asturiana (FSA) están agotados de librarla. Es lógico, porque desde que Adrián Barbón asumió su liderazgo en 2018, poco más han hecho que dedicarse a esto, sola y exclusivamente. De gobernar se ocuparon otros entre 2019 y 2023, y si Asturias fue capaz de sobrevivir al trance fue en buena medida por esa solitaria razón. Sin embargo, desde que por el canto de un duro el presidente revalidó su mandato, las tornas cambiaron. Y los que antes gobernaban ahora ya no gobiernan, y a mayores hubo que hacer hueco en el Consejo de Gobierno a la agencia de colocación Izquierda Unida de Asturias SA, que bajo sus diversas denominaciones ha colonizado una veintena de puestos en la administración autonómica que valen para justificar 40 años de travesía en el desierto a la izquierda del PSOE.
En esas circunstancias, hay que reconocérselo a la FSA, lo raro sería ganar la batalla del relato. Insostenible para una consejera de Minas con peligrosos conflictos de intereses por las actividades de sus familiares (¿qué dirían si fuera de “la derecha”?), insostenible para otra consejera a la que ¡sorpresa!, le pasaba lo mismo (ahora ha ascendido a presidenta de una Autoridad Portuaria) e igualmente bochornosa para el consejero anterior que ¡no se lo pierdan!, ahora es el presidente de la minería pública. Se conoce que en la Consejería de Industria el más tonto hace relojes, pero eso sí, recibir correos electrónicos de denuncias de actividades ilegales es una cosa muy complicada porque, oiga, ¿quién iba a pensar en el Servicio de Minería del Gobierno de Asturias que hay que revisar la cuenta “mineria@asturias.es”?
La batalla del relato está perdida y el presidente está de los nervios. No se le puede juzgar, porque como dije ayer en la Junta General recordando el guion de Casablanca, que toda una consejera de Minas salga a gritar “qué escándalo, aquí se juega” cuando desde ¡2022! su departamento sabía que en Zarréu se sacaba carbón, es un bochorno mayúsculo. Que la misma consejera diga que dimite para “no ser obstáculo para conocer la verdad” es en sí mismo una confesión, porque ¿acaso si siguiera en el cargo iba a serlo?
Que el presidente confiese en un vídeo grabado en su despacho (hace años hablaban del plasma, ¿lo recuerdan?) que “la derecha y la extrema derecha” se han llevado por delante a una consejera de su Gobierno es la mayor claudicación posible en la batalla del relato, porque implica que él ya no gobierna, solo reacciona. Un mensaje en el que al presidente del Principado se le escapa decir “soy minero”, corregido inmediatamente en “todos los míos son mineros”, y que deja en el aire la pregunta inevitable, si mañana se muriera bajo la responsabilidad de su Gobierno un enfermero del SESPA, un delineante de Carreteras o un violonchelista de la OSPA, de si él sería también enfermero, delineante o violonchelista.
La batalla del relato está perdida y para un presidente que sólo vive de eso, del relato, esa derrota es capital, mayúscula, definitiva. En la batalla del relato cuentan poco los mineros muertos en Zarréu porque esa historia ya se contó cantando el Santa Bárbara en El Molinón. Ahora toca contar por qué la consejera fue nombrada consejera cuando su marido, su hermano y su cuñado viven de la minería; por qué las denuncias de la mina no se tramitaron ni siquiera cuando murió una persona; por qué la directora general de Minas con dos consejeros y después ella misma consejera fue capaz de otorgar licencias a “chamizos”, en sus propias palabras. Y por qué la Federación Socialista Asturiana ha estado dieciséis días intentando armar un relato alternativo que no respondiera a esas preguntas sino a otras distintas. Ese relato es muy difícil de contar, pero cuando llevas tantos años contando cuentos chinos, se vuelve más difícil todavía. Por eso está tan bien traído el guion de Casablanca: “mentías mucho mejor antes”. Ahora ya se va acabando la cuerda.