Por José María Urbano, en La Voz de Avilés
La distancia sideral existente entre la clase política -seguramente la peor clase política de la democracia- y la ciudadanía empieza a ser preocupante cuando ese alejamiento afecta de forma directa al presente y al futuro de los ciudadanos y de los territorios. Por ir al grano directamente: avilés tiene prisa y no puede quedarse de brazos cruzados ante ese ritmo a veces insoportable que marcan los políticos y que termina por entorpecer esa maquinaria administrativa impropia del siglo XXI en un país que se presenta en el mundo como uno de sus referentes económico y social.
Esta ciudad lleva muchos años peleando por concretar un plan que le permita recuperar terreno perdido por las reconversiones primero y por la gran crisis económica de 2008 después. Y se ha demostrado que los planteamientos han sido acertados en líneas generales, como se demuestra con la simple enumeración de una serie de cambios que están al alcance de cualquiera con una visión mínimamente objetiva y a poco que se analicen las propuestas de futuro.
El problema reside en que esos planteamientos necesitan del visto bueno, cuando no del apoyo directo, de las otras administraciones, la central y la regional. No somos una isla, eso está claro, porque las mismas quejas que se pueden expresar aquí se repiten en Gijón con alguno de sus planes, o en Langreo con su soterramiento. Pero no por ello podemos dejar de proclamar que aquí no se pueden soportar más retrasos en un planeamiento urbano en donde la solución a la trama ferroviaria y la llamada ronda norte son piezas claves para poder afrontar otra serie de reformas que nos den al final el resultado apetecido de alumbrar una ciudad nueva, atractiva, que sea capaz de atraer población y nuevas empresas y riqueza.
No hace falta insistir mucho sobre ello. Un país con un Gobierno en funciones, incapaz de ofrecer estabilidad en todos los órdenes, pierde fuerza y oportunidades de desarrollo a chorros. Y así llevamos los últimos cuatro-cinco años. Ante eso, poco se puede hacer desde aquí e incluso desde instancias regionales.
Pero analizado el primer `impedimento´ para que se dé respuesta a las prisas de Avilés, queda un segundo más cercano, el regional, que conviene analizar también.
Avilés –gustará más o menos en algunos ámbitos el que uno recuerde esto cada dos por tres- es hoy la ciudad que puede ofrecer una mejor salida a la crisis para toda la región, Simplemente porque los planteamientos de los que hablaba al principio de este articulo han dado resultado: cinco multinacionales en la comarca, líderes mundiales en nuevos sectores como el de las renovables, con Windar a la cabeza; un sector metalmecánico pujante, inmerso en proyectos internacionales de primer orden; destacadas empresas de servicios avanzados; y finalmente tres centros de I+D+i que son una referencia en el mundo, dos de ellos de ArcelosMittal y el otro, junto con Idonial, formando la Manzana del Acero. Y podríamos seguir sumando solo en I+D+i lo que aportan conglomerados industriales como Hiasa, el que acaba de anunciar Química del Nalón en los terrenos liberados por baterías de cok, Aleastur, los planes de futuro de DuPont, las posibilidades que podría aportar una empresa como Saint-Gobain si funcionara de verdad el «hombre del maletín» tantas veces reclamado en estas páginas, y un suma sigue que no ha hecho más que empezar. El espacio ideal: industria e innovación de la mano, en el mismo ‘recinto’. Permanezcan atentos a sus pantallas. Añadamos a ello otra clave: un puerto a pie de fábrica y unas comunicaciones que mejoran. Y una ciudad que sorprende en cuanto se entra en ella.
El problema, el eterno problema, vuelve a ser el de los ritmos. Por un lado están las empresas, con una capacidad sobresaliente lo mismo para plantear proyectos inmediatos que para corregir sobre la marcha disfunciones en sus negocios. Y de otro una Administración –hablamos de la regional en este caso– que no es capaz de seguir ese ritmo para afrontar algunos cambios demandados que en otras administraciones autonómicas son capaces de solventar en dos semanas. Y no hablamos ni siquiera de dinero, sino de corregir el enunciado de un simple documento de un convenio.
Un simple ejemplo. Una empresa española de alto contenido tecnológico quiso instalarse recientemente en Avilés por tener al lado el espacio industrial y de innovación adecuado. Pidió una parcela, con nave construida a ser posible, y rapidez en los permisos. Acaba de asentarse en Jaén. En tres semanas obtuvo parcela, nave y permisos. Aquí fue imposible.
Avilés es un caso único en Asturias respecto a la innovación. No la del CSIC, la llamada investigación ‘oficial’, que vive de los Presupuestos Generales del Estado, sino la innovación impulsada a nivel mundial por una máquina tractora como ArcelorMittal, una innovación a la que hay que dar traslado urgente al terreno industrial, de forma que la creación de un ecosistema de startups asociadas a esos centros creen empleo de calidad, generen un espacio único de tecnología e industria y al final la ciudad, la región, salga ganando con más gente ocupada y más población asentada. Y sobre todo, con una ciudad que haya sido capaz de generar un hub, un centro de conexión, en el que esas máquinas tractoras como son los centros de I+D+i de ArcelorMittal convivan y colaboren abiertamente con los nuevos emprendedores, creando sinergias y aportando una nueva filosofía de compartir espacios con profesionales de sectores, países e intereses diferentes. Y al final, que todo ese entramado sea capaz de atraer nuevas empresas de envergadura.
Por ahí va el futuro. Algo que tiene asumido ArcelorMittal, lo mismo que el Ayuntamiento de Avilés. Por eso se necesita que el Principado participe de esta idea y lo haga desde la convicción. El nuevo presidente regional ha insistido bastante en ello y el solo hecho de haber creado la Consejería de Ciencia, Innovación y Universidad es un hecho relevante, aunque las primeras impresiones, los primeros pasos, incluso el enunciado de su estructura, aprobada y dada a conocer este viernes, no invitan desde esta ciudad a demasiado optimismo. Esperemos que a partir de hoy, 1 de septiembre, se dé por concluido ese periodo de exposición pública y comience el trabajo de verdad en las consejerías.
Avilés no necesita de apoyos económicos en esta carrera por la innovación y su traslado al área industrial. Necesita otros apoyos: presión ante el Gobierno central para que no se ‘olvide’ de sus compromisos; agilidad en los trámites; rapidez en la cesión de vías de comunicación; vigilancia para que la SEPI no pretenda hacer ‘caja’ con los terrenos de baterías; y finalmente, mantener el tipo cuando lleguen las presiones de alguna formación política. Que vendrán.
Por último, que el Gobierno regional asuma que Avilés es la ciudad que más aporta en este momento a Asturias en todo lo relacionado con el I+D+i y la que por sí misma puede ser capaz de generar unos rendimientos industriales capaces de situar a esta región como un referente mundial.