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La mayoría de las ramas de la industria asturiana está perdiendo impulso, advierte la FADE

por netastur

Por L. Gancedo, en La Nueva España

A la fuerte contracción del sector energético se suma ahora la caída de producción en actividades como el metal, la química y la alimentación

 

El crecimiento de la economía asturiana se está desacelerando, co­mo la hace la española en su conjunto y con más intensidad la europea, y las «señales más preocupantes» las está dando el sector industrial, según el diagnóstico de la Federación Asturiana de Empresarios (FA­DE). Su último informe sobre co­yuntura regional alerta de que la que la pérdida de impulso fabril, meses atrás confinada en el negocio ener­gético, se ha extendido a la mayoría de ramas productivas. El avance del producto interior bruto (PIB) astu­riano está anclado este año a los ser­vicios «que sostienen una evolu­ción positiva», y a la construcción.

«La economía asturiana (…) muestra una desaceleración en su ritmo de avance, lo que podría restar medio punto adicional al crecimiento en este ejercicio, tras la fuerte ralentización sufrida ya el año anterior: de crecer un 3,8% en 2017 se pasó al 2,3% en 2018 y podría ron­dar el 1,7% en este 2019. Se trata de una ralentización previsible y que aún deja un dato positivo de creci­miento, pero que también puede ser preocupante de agravarse», señala en un documento reciente el servi­cio de estudios de la patronal astu­riana, dirigido por la economista Mana Álvarez.

Con los indicadores disponibles, la FADE remarca que «el sector in­dustrial genera preocupación, al es­tar especialmente afectado por la difícil coyuntura internacional (guerra comercial, tensiones geopolíticas, incertidumbre y deterioro de la confianza y expectativas) y por las dificultades específicas del sector en Asturias (desventajas competiti­vas respecto a otras zonas, exposición al actual modelo de transición energética…). En ese contexto, la entrada de pedidos y la cifra de negocios de la industria asturiana «se encuentran prácticamente estancadas» al registrar aumentos del 0,2% y del 0,3% respectivamente.

La patronal remite a informaciones estadísticas de la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (SADEI) y expone que, junto a fuertes contracciones en las producciones mineras (resultantes de los cierres de explotaciones carboneras) y en la generación eléctrica (una caída del 20% provocada principalmente por el bajo funcionamiento de las térmicas de carbón), se observan pérdidas de impulso significativas en otras actividades medulares de la industria regional: cae la producción metalúrgica (-7,1% interanual hasta agosto), lastrada por los ajustes en las plantas de ArcelorMittal y por la antigua Alcoa (hoy Alu Ibérica), que desde febrero dejó de fabricar aluminio primario: bajan asimismo las demás ramas del metal (-5,1% en productos metálicos y -3.8% transformación de metales); y el bache se extiende a las fabricacio­nes químicas (-5.8%)  y, en menor medida, a la industria alimentaria (-1,3%). FADE anota que «única­mente» presentan resultados positi­vos las empresas agrupadas en los epígrafes de fabricación de produc­tos minerales no metálicos (cemen­to, vidrio, refractarios…) y de otras industrias manufactureras (recicla­je, muebles…).

Las señales estadísticas de difi­cultades casi generalizadas en la in­dustria contrastan con el comportamiento favorable de las exportacio­nes, que aumentaron el 14% en valor en el periodo enero-agosto, re­sultado que da a entender que el descenso de producción tiene más que ver con problemas de demanda doméstica.

El informe de FADE, elaborado antes de la reciente entrega de la Encuesta de Población Activa (EPA), aprecian como «tendencia de fondo» una «ligera creación de empleo» en la región. «Sin embar­go, Asturias aún está lejos de recu­perar los niveles de empleo pre­vios a la crisis, al contrario de lo que sucede en el conjunto del pa­ís», expone la patronal. Y concluye que la región «se encuentra en un contexto de desaceleración econó­mica y crecientes riesgos bajistas que, de materializarse, repercuti­rán en el mercado laboral. Resulta imprescindible intensificar los es­fuerzos para afrontar esos riesgos, dinamizar la actividad y la inver­sión, reforzar la capacidad de generación de empleo y mejorar el ajus­te entre la oferta y demanda en nues­tro mercado laboral».

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