Por Noelia A. Eurausquin, en El Comercio
Responsables de Arcelor lo habían ido deslizando en las últimas jornadas y ayer hicieron oficial el anuncio: la multinacional extiende los ajustes del personal de producción al de estructura. La compañía regulará a unos 1.600 empleados de oficinas durante siete lunes de aquí a fin de año, una medida que justifica por una importante caída de la cartera de pedidos, desplome que ayer cifró en el 20%, y también porque es necesario repartir esfuerzos, ya que hasta ahora son los operarios de fábrica los más afectados por el expediente de regulación temporal de empleo que mantiene activo el grupo en España.
La siderúrgica asegura que este nuevo ajuste es proporcional a la pérdida de cartera del último trimestre y que, incluso, es menor que el descenso de los pedidos. Los días que tendrá lugar la regulación serán los próximos 14 y 28 de octubre, 11, 18 y 25 de noviembre y 2 y el 16 de diciembre.
No todo el personal afectado tendrá que recurrir al ERTE. Como es habitual, los trabajadores aprovecharán esos días para realizar reconocimientos médicos, coger licencias pendientes o vacaciones. La compañía quiere que nadie tenga aún días pendientes para el año que viene, así que solo como último recurso se aplicará el expediente.
Estos 1.600 trabajadores ya fueron regulados en el primer trimestre de 2019 durante otras siete jornadas, aunque en aquel caso el objetivo que alegó la empresa era el de reducir costes. Esta justificación provocó el enfado de los representantes de la plantilla, que recordaron que el ERTE no fue concebido para ello y que está previsto para bajadas de producción por causas como las actuales, de caída de pedidos y paradas por obras.
A pesar de los ajustes de este año, mucho más intensos a partir del verano, la aplicación del ERTE se queda lejos del máximo fijado para el caso asturiano, que es del 8%, y en lo que va de 2019 se sitúa alrededor del 1,5%, por lo que la empresa descarta la necesidad de ampliarlo.
El anuncio de nuevas regulaciones se produce, precisamente, la semana en la que están teniendo lugar las paradas de mayor alcance de la compañía en Asturias en los últimos diez años, tanto por la cantidad de líneas y trabajadores afectados como de jornadas de aplicación. Los ceses de producción se extienden a casi todas las instalaciones acabadoras, solo se libra, de momento, carril, mientras que la acería de Avilés trabaja a mitad de capacidad y el tren de bandas en caliente utiliza para compensar este recorte desbastes de Brasil. Más de 600 empleados de plantilla se están viendo afectados por este ajuste, justificado, precisamente, en esa caída de la cartera de pedidos a la que ayer Arcelor puso cifras.
La desaceleración económica, que afecta de forma directa a sectores como el del automóvil, y la guerra comercial, que está desviando a Europa productos que iban a ser dirigidos a otros mercados, son los principales motivos para este descenso en los pedidos. Ambos factores suponen un cóctel peligroso para el sector, con caída de la demanda y aumento de la oferta, lo que implica un incremento de la competencia y el desplome de los precios.
Fuentes del sector aseguran que el acero que procede de países extracomunitarios ya excede la capacidad de consumo de la industria transformadora. Este, además, compite con ventaja sobre las plantas europeas, ya que no tiene que hacer frente a los derechos de emisión de CO2, a costes laborales mayores o regulaciones de toda índole mucho más estrictas en el viejo continente.
Así, las factorías asturianas se ven afectadas también por el incremento del coste de los derechos de emisión de CO2 y por el alto precio de la energía, mucho mayor en España que en países del entorno como Alemania y Francia.
Paros por el acuerdo marco
Por otro lado, las asambleas de afiliados de CC OO aprobaron ayer la convocatoria de paros de dos horas por turno durante el mes de octubre ante la negativa de la compañía a retomar la negociación del frustrado acuerdo marco. El sindicato rechaza que la empresa trate de «colar de nuevo una raquítica propuesta que ya fue rechazada», también la parálisis en las reuniones para elaborar un nuevo convenio y la política «de miedo y chantaje» de Arcelor, una estrategia que, según asegura, está espoleada por otras organizaciones sindicales.